Para las PYME, tiempo de concreciones
GINA OCQUETEAU Emprendedora
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Gina Ocqueteau
En tiempos agitados de lanzamientos, campañas, discusiones políticas y electorales, como también de retorno paulatino a la normalidad y a la reactivación económica, aún hay miles de emprendedores que esperan algún tipo de ayuda para salir adelante. Para muchos de ellos, hoy no es buen momento para frases, promesas y programas que nunca terminan plasmados en la realidad, sino que es tiempo de concreciones.
Para ello, a mi juicio, se debe trabajar en los siguientes puntos. La fijación de tasas de intercambio en el mercado de los medios de pago, con el objetivo de bajar los cobros a medianos y pequeños comercios. La importancia de más subsidios, como de contratación de trabajadores, o de incorporación de tecnología, destinados a mejorar procesos de eficiencia y crecimiento. En ese sentido, es primordial que desde el Sence se trabaje en aumentar las horas de capacitaciones para pymes, sobre todo en aspectos técnicos y en líneas de financiamiento.
También es necesaria una garantía estatal con la menor burocracia posible, al igual que un acercamiento de las grandes empresas y corporaciones a toda su red, con el objetivo de que tiendan una mano a comunidades, proveedores, emprendedores y cualquier otro grupo que las necesiten. La pandemia demuestra lo poco provechoso que es ser individualista en un mundo cada vez más conectado, por lo que nosotros y nuestro grano de arena no solo suman desde los gestos, aportes o donaciones, sino que pertenecen a un plan permanente para protagonizar la ayuda real y sustentable que impera en el ecosistema.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), las pequeñas y medianas empresas son las que más han sufrido el impacto de la crisis causada por el Covid-19 y el confinamiento en América Latina y el Caribe. Algo que alerta al organismo internacional, al ser las principales fuentes de empleo en la región y, al mismo tiempo, ser proveedores claves de bienes y servicios.
Uno de los estudios del PNUD, dado a conocer en abril de este año, arrojó que este tipo de negocios representan hasta el 99,5% de todas las empresas de la región, junto con el 60% de la población empleada. “Las empresas de todos los tamaños se han visto afectadas negativamente por la pandemia en todos los países. Sin embargo, las PYME, y en particular las pequeñas empresas, han experimentado mayores caídas sostenidas de las ventas, así como han afrontado mayores tasas de cierres permanentes que las grandes empresas”, afirmó su director regional, Luis Felipe López-Calva.
Si bien puede haber otras necesidades pendientes, el tiempo se agota para empresas y negocios desvalidos por la recesión económica. Algunas llevan más de un año expectantes por medidas concretas que las ayuden a levantarse, crecer, pagar deudas, propagar empleo y ser la luz en el camino de decenas de familias chilenas.
Es por lo anterior que una de las prioridades a discutir en estos tiempos de sondeos políticos y de candidaturas deben ser las urgencias del emprendimiento en Chile, al igual que la efectividad de las propuestas destinadas a este segmento económico. Es cierto que puede haber propuestas políticas o incluso proyectos de ley en ese camino, al igual que meros gestos de marketing y popularidad con el fin de acercarse a las PYME y emprendedores, pero lo claro es que, para todos ellos, el tiempo de las palabras se acabó. Ahora vivimos en el tiempo de los hechos.